miércoles, 27 de noviembre de 2019

Pentélico

Testigo mudo soy del suave oro que te cubre,
A ojos ciegos o bien abiertos te percibo.
La tersura marmórea de tus poros me urge, 
Arden mis dedos por rozarte, amigo.

Los genes del Pentélico hacen ahínco 
En tu perfil de perfecciones esculpidas, 
Tu frente, el don, tu cuerpo el desafío.
La luz que emanas, el altar de maravillas.

Te guardo en pedestal de desvarío, 
Pero tú, amigo, apenas si me miras.

Brillante

Figuran en mi mente las figuras de tu piel,
Tu brazo dador, tu abrazo evasor.
Las palabras de veneno, las arrugas de miel. 
Tentaciones terrenales, deseos emigrados, 
Encarnando el más capital de los pecados, 
Desterrándote de mí, la luna cruel,
De fantasías y quereres infundados.

Perfil provocador de ratos de encanto,
Embrujo incurable en mis noches de espanto.
Pestañas y cejas; prisión y desvelo,
Tus lazos profundos, mi hondo recelo.
El fallido intento de hallarte en mi canto,
De darte cabida en mi fuego gemelo,
Fuego que abrasa como arde mi llanto.

Ojos y dientes y risas y pecho,
Mucho te veo, poco te aquejo.
Peinas mis horas, quiebras mis días
Que casi no vienes, que no me adivinas.
Ofrendo el cordero de haberte muy lejos
Si sólo un deseo antes de mi caída:
Que zurzas mis labios de todos tus besos.

Pecado mortal, brillante prohibido,
Manzana en discordia, corazón errante
Que late muy dentro en mi cuerpo de amante,
Que late y persigue y no se ha arrepentido.
Siguiendo tu halo, magnético atlante,
Mi mártir de cargas y de sacrificios.

Quería dejarte ir

Quería dejarte ir, pero no estuviste aquí
nunca, jamás, ni por asomo.
¿Cómo olvidar todo aquello que te di,
si eras fantasía y fuiste sólo
estrella en la noche donde me perdí?

Te voy a dejar ir porque no estarás aquí.
Nunca, jamás. Y ya te añoro.

Nido

Puedo seguir tropezando en el camino,
dirigir mis batallas a la mera nada,
quemar y hundir todos mis navíos
en la mar de la que fui arrancada;
ese oceano en tus ojos, tu mirada,
por la que muero y por la que vivo.

Hueles a vacaciones y suenas a alivio,
sabes a menta y a café recién molido.
Tus ojos son el edén de vida y calma
donde está mi fe, pero también tu olvido.

Hazme un hueco en tu alma
para que sea nuestro nido.

Falda

Quería lijar mis complejos en tu barba,
llenarme con las letras de tu boca,
atar mis penas y las tuyas a mi espalda;
te amé como una enferma, una loca.
Tanta ilusión, como el dolor, trastoca,
suma indiferencia estrangula toda calma.
Sufrir es don que en su bondad provoca
un dulce renacer, un salto al alba.

No voy a repararme, no estoy rota.
Me basto y me sobro aquí sentada.
Pensando en el fracaso como gloria
de abrazarme y sentirme acompañanda.

¿Para qué los pantalones, 
si tengo bien puesta la falda?

Relatividad

Cuando estoy contigo me siento de quince.
Cuando te vas, me vuelvo vieja, triste,
en quince segundos. Quince.

Intervención

Deja de pensar en él, me dijo el cerebro.
No lo ames, que duele, pidió el corazón.
Sólo te da sus migajas, gritó el orgullo.
Estarás mejor sin él, afirmó la razón.

Sólo una vez más, sollozaron mis ojos
suplicando su visión.

Eso (lo que no es amor)

Habla y escucha su eco,
pregunta y responde sola.
Pide amor, el verdadero;
recibe uno a cuentagotas.

Eso.

No es culpa de quien lo entrega,
tampoco del que escatima,
no es culpa la culpa misma,
es error lo que se ruega.

Eso.

En alto siempre el clamor
de un querer que despedaza,
de un amor que prometió
pero nunca entregó nada.

Eso.

Y en pedir se irá una vida,
esperando la bonanza
de un amor que da migajas.
Y aceptándolas encima.

Eso.

Te quise tanto

  Te quise tanto, Que todavía te pienso  A diario, a cada rato Tanto que pienso, Que olvidar es un verbo De fácil escritura E imposible ejec...