miércoles, 27 de noviembre de 2019

Pentélico

Testigo mudo soy del suave oro que te cubre,
A ojos ciegos o bien abiertos te percibo.
La tersura marmórea de tus poros me urge, 
Arden mis dedos por rozarte, amigo.

Los genes del Pentélico hacen ahínco 
En tu perfil de perfecciones esculpidas, 
Tu frente, el don, tu cuerpo el desafío.
La luz que emanas, el altar de maravillas.

Te guardo en pedestal de desvarío, 
Pero tú, amigo, apenas si me miras.

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